ANNABERG-BUCHHOLZ, Alemania — Al subir al estrado, la canciller Angela Merkel agradeció a los miles de alemanes que acudieron a un mitin reciente, después levantó la mirada hacia un pequeño pero ruidoso grupo de manifestantes de derecha que gritaban y silbaban en la parte de atrás de la plaza.
“Algunos quieren escuchar, pero otros solo pueden gritar”, los encaró la canciller, y señaló a los manifestantes del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania. “Eso es lo que nos separa; algunos quieren hacer que las cosas se hagan, otros simplemente vociferan”.
Con esto, Merkel apaciguó lo que pudo haberse convertido en un gran problema en su mitin en Annaberg-Buchholz, cerca de la frontera oriental. En la búsqueda de su cuarto periodo en las elecciones del 24 de septiembre, Merkel ha hecho algo muy similar a lo que alguna vez pareció una poderosa amenaza de la extrema derecha en general.
Apenas hace seis meses, después de más de once años en el poder, la canciller parecía vulnerable. Sus políticas de inmigración no eran muy populares y estaban alentando el surgimiento de la extrema derecha, un fenómeno que se extendía por todo Europa. Incluso Merkel se mostraba ambivalente acerca de participar en las elecciones, puesto que las encuestas mostraban que los votantes se habían cansado de ella.
Las cosas han cambiado: ahora, la Unión Demócrata Cristiana de centro-derecha tiene el 40 por ciento del apoyo, suficiente para encabezar una nueva coalición. El cargo de Merkel está tan seguro que muchos observadores políticos han dejado de especular quién ganará la elección y han comenzado a hablar sobre a quiénes elegirá Merkel para su próximo periodo de gobierno.
Merkel, de 63 años, enfrentará el domingo por primera vez en un debate a su principal contendiente, Martin Schulz, del Partido Social Demócrata. Alguna vez él también pareció ser una amenaza seria; sin embargo, ahora ha visto a Merkel recuperar la delantera con una gran ventaja.
No obstante, fue el avance de la extrema derecha lo que pareció inquietar más a la canciller y al país. La decadencia que experimentó está muy relacionada con la aversión alemana al extremismo, dada la experiencia que vivió con el fascismo, así como las debilitantes riñas internas de la incipiente Alternativa por Alemania.
Sin embargo, su relativa caída en picada también refleja las habilidades de Merkel como estratega política y como una pragmática de la política sin ideología, a menudo de apariencia fría, aun cuando algunas veces ha sido tachada de idealista liberal.
En particular, ha logrado desviar la atención del tema que la dejó tan vulnerable: su decisión de abrir las fronteras alemanas al casi millón de refugiados que buscaban asilo en 2015, y en el proceso neutralizó la fuerza que impulsaba a sus oponentes de extrema derecha.
Ángela Merkel la actual canciller de Alemania con 11 años en el poder ha tenido un proceso tanto positivo como negativo para los ciudadanos teniendo en cuenta ya que por un lado sus políticas de inmigración no eran muy populares y estaban alentando el surgimiento de la extrema derecha y por otra parte su decisión de abrir las fronteras alemanas al casi millón de refugiados que buscaban asilo en 2015. Aun así Merkel busco una solución en la primavera de 2016, negociando un trato con la Unión Europea con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan que efectivamente detuvo el flujo de refugiados; el año pasado llegaron a Alemania solo 280.000 personas, en comparación con las 890.000 de 2015. Este acuerdo fue criticado por traicionar los valores democráticos por los que Merkel argumentaba que Alemania debía aceptar refugiados en primer lugar. Sin embargo, desde entonces Merkel ha podido sostener que Alemania, más que cualquier otro país europeo, ya ha hecho su parte. Sin embargo este tipo de inconvenientes no son un obstáculo para que Merkel continúe en el poder ya que por el lado de la Unión Democrática Cristiana centro – derecha tiene el cuarenta por ciento de apoyo teniendo el cargo tan seguro que muchos han dejado de especular.
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